Una vez más vuelvo a esta hermosa tierra que me acoge, trayendo en mi corazón el amor sagrado de los guardianes de los Andes, los Aphus sagrados. Vuelve mi cuerpo, renacen mis alas, pues he dejado una parte mía allí en las alturas…
Subir a lo alto, a un lugar tan sagrado y sentir el amor del universo, sentir la magnificencia de los guardianes, te hace consciente del lugar que ocupas, así he sido yo consciente de mi tamaño tan pequeño como de mi amor, solo en lugares así sagrados, mágicos, somos auténticos, solo allí nos desnudamos, pues no hay nada que esconder, nos hacemos transparentes y humildes ante el Gran Espíritu, ante Dios, ante la Pachamama.
En estos lugares sagradísimos, vemos reflejados nuestros egos, que salen como cáscaras que ya no necesita la semilla de nuestra esencia, allí vemos en nuestros espejos-herman@s, las manchas que necesitan limpiarse y la belleza que llevamos dentro.
Allí, en lo alto, pedimos perdón a la vida, por no haber cuidado nuestro cuerpo que es tierra sagrada, allí lo amamos, nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos, cada célula es milagro ante nuestros ojos, allí nos reconocemos como h-uma-nos, con nuestras limitaciones imperfecciones.
Más también allí nos reconocemos divinos, somos el milagro más grande del universo, somos únicos, y únicos son nuestros pasos, nuestro camino, nuestro ritmo como lo es el de nuestr@ herman@. Somos únicos en el mundo, somos la creación más sagrada del Gran Espíritu.
Allí recorriendo esos caminos profundos entre las montañas, pero también dentro de nosotr@s mism@s, aprendemos a dar gracias al agua sagrada que llena de vida la tierra, al fuego hermano y maestro que nos permite recuperar el calor en el cuerpo, al aire puro que nos llena de vida y a cada roca y piedra que hay en el camino, pues se vuelve nuestra maestra.
Allí, caminando te deshaces de tu mochila, de las cosas innecesarias, te desprendes de lo que no hace falta, te rindes al amor por la vida y de la vida hacia ti misma.
Y de allí volvemos…. de estar con los Aphus, para recorrer una vez más nuestro camino misional, como mujeres sagradas, amawticas… más humildes ante el amor y la grandeza de la vida y el misterio que guarda.
Gracias Amawta-maestro por guiarnos hasta allí, a esos lugares donde los chachakunturis habitan y descansan. Gracias hermano-maestro-jilata por todo el amor que desprenden tus palabras y tus actos, por el ejemplo que nos das con tu presencia. Gracias amawta, por enseñarnos a volver a ser nosotros mismos.
Jallalla!!
Warawara
Wilumi de la Pachamama
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