DE MUJER A DIOSA· Hacia una Maternidad Consciente

“…decían las abuelas sabias de Tiwanaku, que quienes pueden ver el campo áurico y energético de las personas, saben que una mujer se ha convertido en madre desde el primer momento que comienza a transformarse, pues su campo áurico crece y multiplica su tamaño, como si fuera una giganta achachila y se llena de colores magníficos que irradian luz. Entonces, decían, solo a estas mujeres que serán madres se les puede llamar Diosas, pues su luz se asemeja a la de los mismos guardianes de las montañas”. (AKULLIKU – ESCUELA AMAWTICA DE CHOQUEPAJCHA).

En este nuevo tiempo es importante que revisemos los conceptos sobre el significado profundo de la maternidad. Si bien desde que nacemos nuestra biología esta condicionada para concebir, no es lo mismo hacerlo desde la plena consciencia porque la maternidad, es uno de los actos más profundos que cambia completamente la vida de una mujer y su estado, una es madre para siempre, no puede dejar de serlo aunque no este al lado de sus hijos.

La concepción, el embarazo y el parto, han sido y son en muchas de las culturas que nos preceden actos mágicos que rodeaban a la mujer, pues solo ella es capaz de prolongar la vida y traer un nuevo ser humano al mundo.

La concepción es un proceso biológico pero a la vez mágico-ritual-femenino.

Con el paso del tiempo la concepción ha perdido su halo de misterio, el cual le confería una protección diferente. Hablamos de un halo totalmente femenino, ritual y mágico. Dicha pérdida viene provocada en parte por la concepción de la medicina occidental, quien con el avance tecnológico ha quitado toda la «magia» que lo envolvía, al concebir el cuerpo como un ente diferenciado y separado del cuerpo energético, álmico y espiritual. Ya el cuerpo femenino para este tipo de medicina deja de ser un misterio y la concepción no es un acto mágico, sino netamente biológico.

Con todo esto la mujer ha perdido poder sobre su propio cuerpo, en algún momento histórico los hijos dejaron de ser suyos y pasaron a ser una «propiedad» de la sociedad, ella no podía ni elegir, ni decidir sobre el destino y la vida de esos seres que nacieron «a través» de ella. Es cierto que hoy en día esta situación está cambiando, pero aún nos queda un largo camino por delante, comenzando por nosotras.

Desde la visión amawtica, la maternidad, es un acto completo que implica no solo lo biológico, sino también lo espiritual y energético.

La visión de la maternidad no solo está basada en la mujer, la historia o la sociedad, sino en el ejemplo que tenemos de la Pachamama (La Madre Tierra), que simboliza para nosotros la madre por excelencia de la humanidad. La Tierra cada día es fecundada por el esperma cósmico que viene a través del sol (energía), ella se abre para recibir esas semillas de luz, que recibe y las transforma en plantas, rocas, árboles, ríos… que a su vez, se multiplican.

Con esa energía maternal-paternal (cósmico-telúrica) nace la vida sobre la faz de nuestro hermoso planeta. Sin la energía que viene del Sol ni la de los elementos que tiene la Tierra, no seria posible que la vida continuase sobre ella, y por ende, tampoco nuestra existencia. Esto lo sabían los pueblos «no civilizados», y de allí que el Sol sea la figura paterna y la Tierra la materna. Sin embargo complemento del nivel físico está el nivel energético. El hecho de «no ver» las energías no quiere decir que no existan, para nosotros ese «mundo invisible» es un plano paralelo al material (visible) enel que todo se sucede. Así por lo tanto, la vida misma comienza en ese plano energético que no vemos y tiene su expresión en el plano físico.

Nuestros hijos son también hijos de la Tierra.

La Tierra «la Pachamama» es nuestra primera madre, nos provee y nutre, nos da la vida a través del útero de nuestras madres biológicas. Nosotras somos madres de nuestros hijos y al mismo tiempo hijas de la Tierra, y por lo tanto también somos hermanas de nuestros hijos e hijas.Esta relación con los «nuevos»(*) hijos de la tierra, los niños y niñas que nacen sigue cambiando, porque ahora estos niños vienen con una consciencia mucho más despierta, activa y elevada. Por esto es importante que nosotras también nos elevemos vibracionalmente, es necesario que despertemos tanto nuestra consciencia como nuestros “oídos espirituales” para asi poder comunicarnos y comprender su lenguaje.

Estos «nuevos» niños que nacen: índigos, cristales, arcoíris, mayicos… tienen otra codificación en su memoria espiritual que contradice la memoria transmitida por las madres a través de la información celular. Estos seres que llamamos a nuestro vientre, vienen con otra información sobre el planeta y nos están demandando a todas las futuras madres, a todas las mujeres que deseamos cumplir con esta misión sagrada, que trabajemos sobre nosotras mismas, que honremos nuestro camino para que ellos puedan venir y cumplir también con su misión sin que nosotros interfiramos, sino que aprendamos a ser madres, hermanas, hijas pero también maestras de nuestros hijos e hijas.

Preparación consciente para la maternidad.

Una de las razones por las que muchas madres “sufren” su periodo más hermoso y sagrado, que es su maternidad desde el inicio de la concepción, es, justamente, por esta falta de preparación. No solo hay que prepararse biologicamente, comer bien o hacer todas las revisiones médicas; sino aún es mucho más importante revisar nuestra preparación emocional, mental, energética y espiritual. Prepararnos para la maternidad, es volver a la inocencia, donde la magia y el mundo invisible tiene lugar, es recuperar nuestra libertad sagrada para tomar nuestras decisiones, sobre nuestro cuerpo y nuestro parto.

Prepararnos es un ejercicio de responsabilidad porque a partir de nuestra sanación, traeremos niños y niñas «limpios», libres de nuestra carga negativa, que podrán activar sus misiones y elevar la vibración de la tierra. Ellos son la esperanza que tenemos como humanidad, la esperanza y el amor que el universo sigue sembrando en nosotros.

Neila Marquina
Terapeuta femenina – Mujer Medicina

(*) Decimos «nuevos» para referirnos a un nivel energético diferente al anterior, que ya no trae las pautas antiguas y caducas, sino se ha «re-novado», ha cambiado la energía.

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