Hace siete días volvíamos del cierre de un hermoso ciclo de círculos y encuentros. Finalmente lo hemos conseguido, después de nuestro caminar desde enero, circulando y viajando hacia dentro de nosotros a través del trabajo comunitario, constante y continuo, del paso a paso que hemos ido dando, sosteniéndonos, apoyándonos, escuchando nuestras palabras y nuestros sentires. Hemos aprendido tanto… tanto… que este escrito a penas resume una gota!!!
Cada círculo ha sido tan diferente en este ciclo, hemos aprendido con nuestro abuelo fuego, Tata Nina, que nada permanece, que todo es posible de transmutar, de cambiar, de regenerarse y abrirse, si a la vez nosotros nos abrimos a ello, nos enseñó que el camino comunitario a veces es cerrado pero otras veces es abierto y permite que la energía fluya entre nosotros, que entren y salgan desde la libertad quienes tengan que hacerlo, que eso nos enriquece, nos fortalece y permite que vayamos enriqueciéndonos por cada ser que llega a compartir nuestra vida.
El agua sagrada, mama Uma, llamó a otras hermanas que llegaron desde lejos, a un trocito de la tribu salmantina, una tribu Amawtica que al igual que nosotros está creciendo, aprendiendo a sostenerse en pie y a mantener el corazón puro. Nos enseñó sobre la valentía de recorrer el camino, sobre los pasos que damos acompañados, sostenidos unos a otros. Sobre aprender a limpiarnos, a liberar nuestras emociones, a soltar nuestras rigideces para atrevernos a estar desnudos y libres de nosotros mismos, rompiendo nuestras caretas, nuestras máscaras para ser uno con la vida esencial que fluye desde el corazón de la Madre Tierra.
El tata wayra, abuelo viento… nos trajo desde tierras lejanas a una abuela sabia, inocente, salvaje, libre con la presencia de Awilulu. Él nos enseñó a detenernos a cada paso del camino, a honrar cada elemento porque de cada uno somos parte, a liberar nuestra mente y nuestro control, para abrir los brazos, para honrarle, para llegar de circulo en círculo a su templo en las alturas… donde podemos abrir las alas y aceptar que para volar debemos soltar un poco el peso de nuestro ego, de nuestra mente y simplemente abrir el corazón.
Nuestro encuentro en la Casa del Corazón, nos enseñó que todo tiene su tiempo, su ritmo, que debemos honrarnos a nosotros mismos honrando el tiempo de los demás y el tiempo sagrado. Que cuando hacemos esto nos equilibramos. Allí compartimos la palabra, recordando que nuestros símbolos, nuestras semillas, nuestras caracolas, nuestros elementos y otros, son tan solo medios para aprender a comunicarnos con lo sutil, son parte de un lenguaje que poco a poco vamos aprendiendo.
En el templo de los guardianes de la Madre Tierra, el templo de los Gnomos, aprendimos a caminar sintiendo, a sentir caminando, a entrar en silencio y de a poco para recibir la magia de los lugares… nos enseñó que nuestra inocencia nos conecta con lo sutil, con el amor de Pachamama, que nuestras raíces se fortalecen en lugares sagrados, esos lugares llenitos de amor, aprendimos a ir de la mano, sosteniéndonos, venciendo nuestros límites, apoyándonos. Aprendimos la importancia de escucharnos a nosotros mismos para guiar a nuestra tribu. Que todos podemos sentir el camino y cuando lo hacemos, no nos perdemos en él.
Finalmente, el Templo de la Luna, en Luna Llena, en el Templo de la roca y el agua, en el lugar donde las mariposas dejan sus alas y los ángeles duermen, allí donde se sanan nuestras heridas, donde enraizamos nuestras intenciones, en esos lugares sagrados, esas Wakas, que son los sentidos de la mamá sagrada. Aprendimos sobre nuestro camino, sobre nuestro lugar… sobre lo poco o lo mucho que nos falta en el camino comunitario. Sobre lo hermoso de nuestro camino individual, sobre la libertad y sobre el conflicto, sobre la oscuridad, sobre nuestras sombras cuando se va el sol y cae la noche. Sobre nuestros miedos y nuestros egos, sobre el perdón, sobre aceptarnos los unos a los otros, sobre fluir. Sobre cantar con el nuevo amanecer porque nuevamente, el padre Sol, Tata Inti nos muestra que queda camino… nos enseñó que la humanidad somos cada uno, en pequeño, y que la esperanza del futuro no son las políticas y los sistemas económicos, sino cada uno de nosotros, en nuestros actos, en nuestros errores, en nuestros aciertos, en nuestro amor y nuestra capacidad de perdón. Cada uno somos la esperanza de la Tierra, porque cada uno de nosotros somos su prolongación.
Allí, en el Templo del Agua y la Piedra, recibimos la visita del Amawta, que nos regaló varios mensajes personales, entre ellos un hermoso mensaje para la tribu que más o menos resumo así:
“No hay cierres ni despedidas en este tiempo donde todo fluye, pues las puertas y las ventanas de nuestra casa se mantienen abiertas… están ahí para quien quiera quedarse, para quien quiera salir, para quienes lleguen y necesiten un descanso… para quienes tengan que partir. Somos libres en este caminar Amawtico y nuestras despedidas son solo un hasta luego…”
Después de siete años con Taypiri, cerrando y abriendo estos espacios, reconozco que siempre hay tantas cosas que aprender y agradecer. Sobre todo gracias infinitas a nuestra mamá sagrada a la Pachamamita, que nos acoge en cada encuentro, que nos enseña y nos cuida, a todos los guardianes y seres de luz que nos rodean. A nuestro guía y maestro el Amawta Fernando Ergueta, que siempre nos acompaña, sostiene y nos impregna de esa sabiduría natural de la tierra, haciendo que vibre nuestro k’amasa.
Gracias a todas las mujeres y hombres que participaron en estos encuentros. Gracias a mis kullakitas y jilatas, quienes iniciaron este ciclo y se mantuvieron presentes a lo largo de estos seis meses. Gracias a quienes vinieron una o dos veces. Gracias especialmente a Awilulu Maria Constanza Videla Jauregui, a las mujeres de la Tribu Salmantina y a los guardianes de la Casa del Corazón.
Gracias a mi compañero de camino Antonio y a mi pequeño Wary, pues sin su apoyo y comprensión no hubiese podido seguir adelante.
Y Gracias sobretodo a mí misma, una vez más.. Por mantenerme en la misión sagrada de transmitir esta sabiduría que no es mía, sino de la Pachamama, mi madre amorosa, que me sostiene y me enseña la belleza de ser humana y ser divina, de ser una Mujer Amawtica.
Jallalla!!!!
Warawara · Neila Marquina
Una respuesta a “GRACIAS!!!… Circulo Amawtico 2017”
Precioso comentario hermanita del alma. Me encantará compartir en una próxima. Jallalla!!!!!
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