Cuando estamos en el camino, siempre llega un momento de confrontar la noche.
Las sombras, que sigilosas se mueven sin dar la cara, nos observan, nos miden, se nos presentan de tantas maneras.
A veces con un miedo aterrador que nos pone en alerta, sin siquiera planearlo ya buscamos nuestra armadura dispuestas a la lucha.
Otras veces, la rabia, la ira descontrolada, un resentimiento antiguo aflora con sed de venganza que alimenta la sed de sangre, esa sensación primitiva de lucha se apodera y sin excusas preparamos nuestras armas de brillo oscuro.
Otras veces, el orgullo, primo hermano del egoísmo… Alienta desde adentro para no sentirnos menos que nadie, para declarar nuestra verdad absoluta, para ponernos por encima del otro y juzgarlo! Ooohhh que bien se nos da juzgar…!!! Decirle al otro todas sus faltas, a ese otro que no es más que nuestro reflejo.
Y así muchas razones desfilan ante nosotras para entrar en la «lucha», nos glorificamos como guerreras, peleamos por la «verdad». La «justicia» o cualquier otra bandera que nos sirva ese momento.
E iniciamos nuestras guerras, las internas y externas, contra el estado o la sociedad, contra los pros y los contras de cualquier ideología, nos posicionamos en la trinchera de uno de los extremos.. Juzgando, midiendo, observando…
Y pesar de ser conscientes de todo esto nos llamamos mujeres de paz, de amor, de la nueva humanidad…
Que poco nos conocemos! En qué lugar nos hemos situado por encima del mundo y la humanidad… Cuando nosotras somos la misma humanidad con todos sus errores.
Cuántas guerras batallamos cada día, incluso con nosotras mismas.. Cuantas guerras nuestras que reclaman verdaderamente estar en paz.
Eres mujer de paz? Entonces deja tus guerras, deja de competir, deja de compararte, deja de juzgarte a ti misma, deja de juzgar a los demás.
Permite que el amor te inunde, que llegue la aceptación y que te llegue la paz.
[Reflexiones de Guerra y Paz ]
Warawara Neila Marquina