Aprender a Desaprender

Desde pequeños hemos aprendido que cuando hacemos las cosas como los demás esperan de nosotros, siempre caeremos bien. Cada vez que hacíamos lo que los adultos  querían éramos premiados con aplausos, mimos, palabras cariñosas, un ¡qué bueno que eres!,etc., De igual manera hemos aprendido que hacer lo contrario, a las expectativas de los demás, nos convertía en «malos chicos».

De pequeños, íbamos a lugares que no queríamos ir, estábamos con personas que no queríamos estar, en situaciones que no nos gustaban, decíamos cosas que no queríamos decir. Incluso a veces, comíamos y nos vestíamos de cierta manera solo para complacer a quienes estaban a cargo de nosotros.

Durante nuestros primeros años y en realidad hasta que entramos en la época de la «rebeldía», tuvimos un refuerzo positivo constante, para no saber qué era lo que realmente queríamos, sino para complacer a los demás y ser «buenos chicos».

Nuestra opinión o deseos a penas eran consultados o tomados en cuenta. No importaban realmente todos los NOs y NO quiero que podíamos decir, muchas veces solo por eso, nos caían encima una sarta de regaños, un estirón del pelo, un coscorrón, un pellizco e incluso a veces la dichosa paliza educativa!

En fin, no trato aquí de poner en el paredón de los Culpables a todos los adultos que estuvieron en nuestra crianza, no me cabe duda que nuestros padres, abuelos, tiitos, profes y quienes estuvieron presentes en esa nuestra etapa, hicieron todo lo mejor que estuvo a su alcance con la firme idea de que era para nuestro bien, y si estamos leyendo esto, la verdad es que tampoco lo hicieron tan mal. 

Tampoco defiendo la idea de que a los niños hoy en día se les debe consultar absolutamente todo lo que hacen y que sean los «pequeños tiranos» que decidan que hacer con la vida de toda la familia, no, nada de eso.

Sin embargo, estos días de reflexión, como mamá en crianza me «obligo» a meditar sobre mi propia niñez y a reflexionar en algunos puntos que creo son importantes para sanar a esa niña interna que llevo dentro y recuperar ese poder que está guardado en mi interior, como en el interior de todos los seres humanos: El poder de ser nosotros mismos!!

Aprender a Desaprender.

Muchas veces, en las conversaciones con Amawta, el nos habla de la importancia de aprender a desaprender. Honestamente llevo unos cuantos años meditando sobre lo qué realmente significa, y siento, que a penas voy descubriendo el verdadero sentido, de lo que transmite esta frase tan simple: Aprender a Desaprender.

De niños, es verdad que no sabíamos las normas de correcto comportamiento social,  pero sí éramos auténticos y muchos de nosotros los «niños rebeldes»,éramos básicos pero sabíamos perfectamente lo que queríamos y lo que no queríamos, es verdad, no razonabamos, no sabíamos los porqués, ni sabíamos cómo explicarnos, y eso nos llevaba a pataletas y peleas con nuestros padres y educadores.

Pero a medida que crecimos y nos íbamos adaptando a la sociedad, fuimos «aprendiendo»: cómo ser buenos, malos, regulares, a tener miedo, a respetar la autoridad, a hacer caso, y un largísimo etc., que es de donde saco algunas cosas que hoy, seguro a muchos, nos toca desaprender:

Hemos aprendido a hacer lo que los demás quieren antes que escucharnos a nosotros mismos, y la consecuencia de esto es que no sabemos escucharnos, no sabemos lo que queremos realmente, nos cuesta mucho tiempo e incluso terapias llegar a responder sobre ¿Qué quiero en la vida?,  probablemente no se trata ya de lo que vamos a vestir o comer, o sí…

Pues por ejemplo, incluso de adultas, no sabemos ni qué ropa queremos vestir, yo por ejemplo, pregunté a mi mamá qué ropa ponerme hasta los 18 años…, no salía de casa sin preguntarle si me veía bien, si ella decía no, corría a cambiarme. Hasta, que un día se dió cuenta (por cansancio creo yo! jeje) de que yo no sabía decidir sin ella qué ropa iba a vestir. Fue entonces cuando me dijo, no lo sé Neilita, decide tú, es tu ropa… y ese día, entré en pánico!!

Pero esta, es solo una cosa de las muchas que no sabemos que queremos, ni sabemos elegir, ni decidir y estamos pendientes de lo que nos digan los demás, de la mirada del otro para recibir su aprobación… o del siguiente «me gusta» que hoy ponen los medios sociales!.

Hemos aprendido que hacer lo que los demás esperan, nos convierte en niños buenos,  recuerdo a mi abuela «no seas mala, haz esto o aquello». O «se buena haz lo otro…» Ser buena o mala, estaba siempre relacionado a lo que hacía para los demás… había que entregarse a los demás, sacrificarse por los otros, dejar de lado tus deseos para ocuparte de todos los demás y entonces eso te hacía «buena persona».

Con el tiempo lo vi en mi madre y las mujeres de mi familia, «ser buena» estaba relacionado siempre a cuidar de los demás, aunque eso significase descuidarse a sí mismas.

Veo a muchas mujeres y hombres, que estamos haciendo muchas cosas para no ser malos o ser buenos, nos da mucho miedo decepcionar a los demás, que nos cataloguen como malos, si dejamos de ocuparnos de los otros. Seguimos viviendo con el peso del qué dirán… y eso nos lleva muy lejos de la autenticidad.

Hemos aprendido que la palabra NO apenas tiene valor: Durante este otoño, veía en muchos lugares el «NO es NO!», yo misma tuve que re-aprender y meditar mucho sobre porqué un NO, que es tan simple, apenas tiene valor en ciertas circunstancias y llegué a la conclusión de que nuestro no tiene tan poco valor, porque nunca se ha valorado.

Por una parte, de pequeños escuchamos tantas veces los No hagas, no digas, no levantes, no, no, no, no, no… que nuestra madre/abuela/educadora parecía una grabadora constante durante todo el día. Y por otra parte, nuestros NOs, no eran respetados, pues dijesemos lo que dijesemos, de todas maneras hacíamos lo que los otros querían y no nosotros!

Entonces, claro… vivimos en una sociedad en la que el NO… no tiene peso, no tiene valor… ni el nuestro, ni el de la otra persona. ¿Cómo hacer entender a alguien que NO es NO… si simplemente durante su infancia ha aprendido que sus NO valen tan poco??

Hemos aprendido que el limite está muy cerca de nosotros, no hagas, no digas, no chiles, no grites, no juegues, no cantes, no pienses, no hables, no, no no… un No dicho de forma oportuna a un niño, le enseña mucho sobre los límites, pero una educación basada en los NOs constantes, nos ha puesto el límite tan difuso, que NO sabemos poner límites y no sabemos cuál es nuestro límite.

Tenemos muchísimo conflicto con marcar límites claros porque no sabemos lo que queremos y necesitamos, no sabemos expresar ni comunicar claramente nuestras necesidades, muchos vamos retrocediendo hasta que un día todos los demás están encima nuestro y acabamos llevándolos en los hombros y cargando con más responsabilidad de la que nos toca.

O todo lo contrario, somos nosotros los incapaces de reconocer el límite de otras personas o el nuestro, y nos expandimos hasta estar por encima de otros, «sin darnos cuenta» y luego nos enfadamos cuando nos ponen un alto.

Hemos aprendido que los adultos «saben» lo que hacen y lo que dicen, y así seguimos replicando el modelo, sin escuchar a los pequeños, niños, adolescentes o jóvenes… Ahora los adultos, en los que delegamos el poder en ese entonces, se han convertido en «los jefes», «los políticos», «los economistas», «los médicos», «los… etc.», (y no pretendo quitar el mérito a quienes han estudiado mucho para llegar donde están), pero lo cierto es que hemos delegado nuestro poder a aquellos que creemos que saben más que nosotros y así va el mundo! 

En fin… Hay muchísimas cosas más, pero no se trata de hacer un libro de un pequeña reflexión. Dentro de muchos de nosotros hay niñas y niños, que aún no se han atrevido a cuestionar todo lo que hemos aprendido de pequeños, pero si es cierto como dice Amawta, que estamos en el Warmi Pachakuti, el tiempo en que todo tiene que renovarse, entonces también tenemos que renovarnos nosotros, necesitamos DESAPRENDER… es hora de empezar a revisar y cuestionar todo lo que hemos aprendido… y transformar, transmutar o desechar aquello que nos impide ser auténticos. 

Jallalla!

08 de Diciembre de 2017
21 DÍAS de preparación para el SOLSTICIO
“meditaciones, mensajes, canalizaciones y sueños”

Warawara Neila Marquina
Sacerdotisa de la Pachamama (Madre Tierra)
Sabiduría Amawtica Femenina para el nuevo tiempo

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